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Las calles del tranvía

Publicado 11/08/2013

 

Para el año de 1926, el tranvía empezó a funcionar en Pereira, por medio de una empresa anónima de la ciudad de Medellín, cuyo contrato con la ciudad se realizó por tan solo veinte meses.


Luego, para el 22 de agosto de 1927 se brindó el servicio al público con 9 carros movidos por la planta de la empresa, que constaba de dos motores y dos turbinas, la cuales  desarrollaban 450 kilovatios de fuerza.
 


El Recorrido
El recorrido era de 6 mil 369 metros de rieles, distribuidos en una línea que iba desde la estación del tranvía en La Cumbre hasta el sector de Nacederos, y luego del sector de  San Jerónimo a La Cumbre.


El otro tramo, iba desde el Puente Mosquera hasta la salida a Manizales y otro recorría la carrera séptima, sector oriental de la ciudad, más arriba del parque de La Libertad.


Para la época, se pagaban cinco centavos, precio que costaba subir al tranvía para ir del  cementerio hasta la sede de la Licorera de Caldas con calle 39, cruzando por  La Plaza de Bolívar, el Parque Lago Uribe Uribe, la Plaza de Ferias y el parque de La Libertad. Por otra parte, para realizar el mismo recorrido a la inversa, el tranvía se devolvía por la carrera octava. Para la época, las calles de la ciudad se encontraban aún empedradas, las casas eran de bahareque y de dos pisos, las cales eran embellecidas con hermosas ventanas que a la vez servían de balcón.


El funcionamiento
Los cables del tranvía tenían igual extensión que los rieles y descansaban sobre 205 postes destinados para ello. La empresa tenía 40 obreros y de agosto a diciembre de 1927 hizo 31 mil 204 viajes y además se registraron dos accidentes donde murieron dos niños.

 


Este transporte podía recorrer las calles de Pereira a una velocidad de 20 kilómetros por hora. Además, estaba adaptado con poderosos frenos que detenían su marcha con el mínimo de recorrido sin producir en los pasajeros violentas sacudidas.

 


En las curvas se establecieron señales que avisaban la llegada del tranvía con la necesaria anticipación y se adoptaron todas las precauciones que se juzgaban necesarias para garantizar la seguridad de los pasajeros y de los peatones que se encontraban en las calles.

 


Por otra parte, los apoyos de los cables se colocaron de manera especial de modo que no significaran estorbo en la vía pública.  Los enganches sostenedores del cable eran lo suficientemente resistentes para evitar que se rompieran y tuvieran aislamiento completo. La altura de los mismos era considerable para que no tuvieran al alcance de la mano y se aproximaban a los 6 metros de altura.

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